Tomado de Cuba Información

La arremetida de las últimas semanas contra el llamado «eje del mal» – como ha nombrado el gobierno de Estados Unidos y sus acólitos de la derecha regional a Cuba, Venezuela y Nicaragua – ha llegado a proporciones inimaginables, aunque quizás a estas alturas ya nada debiera asombrarnos.

 

Y es que la misma semana – prácticamente los mismos días- en que se presiona para que se discuta y se apruebe en el Parlamento Europeo una ignominiosa Resolución contra la Mayor de las Antillas por la supuesta violación de derechos humanos, se impide al gobierno venezolano el empleo de fondos que estaban destinados para la compra de vacunas Anti Covid 19 para su pueblo, a pesar de estar al dia con los pagos con el mecanismo Covax y hasta se les informa que esos fondos serán investigados.

 

De la misma forma, se imponen nuevas medidas coercitivas unilaterales contra funcionarios del gobierno de Nicaragua y toma mucha más dimensión la campaña de descrédito contra Daniel Ortega y sus seguidores, acusandosele de perseguir y apresar supuestos candidatos presidenciales, por lo cual se le amenaza con covocar el TIAR, expulsar al país centroamericano de la Organización de Estados Americanos (OEA), se convoca a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y hasta a la Alta Comisionada Michele Bachelet para que tome cartas en el asunto, tras lo cual lograron que el propio Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, se pronunciara.

 

Se imponen entonces varias preguntas, necesarias ante el contexto descrito y dirigidas al Parlamento Europeo y a la «desdichada» OEA, aunque más bien a su Secretario General Luis Almagro. ¿Dónde han estado ellos o quién los han dejado sin voz, ojos y oídos ante la brutal masacre en Colombia que ya ha provocado casi un centenar de muertos, más de 300 desaparecidos y otra cantidad desconocida aun de heridos y mutilados? ¿Por qué estar ausentes y alejados ante los miles ya de asesinatos cometidos por el gobierno de Iván Duque contra líderes y activistas sociales en los últimos años?¿Dónde estuvieron ante la represión contra estudiantes y activistas chilenos en 2019 y el golpe de Estado en Bolivia en noviembre de ese propio año, en que se cometieron crímenes horrendos como los de Sacaba y Senkata?

 

Y agrego más: ¿Qué les impide pronunciarse contra el aumento de la militarizacion, las muertes por discriminacion, racismo y xenofobia, el desprecio absoluto por la vida humana, por la salud de las personas, que ha tenido el gobierno de Jair Bolsonaro, que en días como estos se opone además, a una ley que imponía el uso obligatorio de las mascarillas, siendo ese país uno de los más afectados en el mundo por la pandemia y en el que solo el 11 por ciento de la poblacion ha podido vacunarse contra la Covid 19?

 

Es evidente que seguirá la arremetida contra nuestros países, los que han decidido erigir sus propios destinos o realizar cambios profundos a favor de las mayorías. Tampoco esperemos que organizaciones o figuras tristemente célebres como el propio señor Almagro se pronuncien nunca contra el bloqueo a Cuba o a Venezuela o las medidas contra Nicaragua; por el contrario, buscarán más motivos para atacarnos, justificar y hasta proponer más sanciones que disgusten y ahoguen a nuestros pueblos, con el supuesto pretexto de acabar contra las «dictaduras comunistas que los oprimen y nos los dejan ser libres».

 

Solo un ejemplo más: Desde que se iniciaron las manifestaciones contra el gobierno de Duque en Colombia, se culpó a Maduro de pagarlas y promoverlas, de la misma forma que se hizo cuando el pueblo se lanzó a las calles en Ecuador para protestar contra los paquetes neoliberales impuestos por Lenin Moreno o cuando se rebelaron los bolivianos contra el golpe de Estado que puso en el poder a Jeanine Añez; en ambos casos se acusaba a Cuba y Venezuela de infiltrar militares y personal de Inteligencia en esas manifestaciones para derrocar esos gobiernos. Ahora se dice que nuevamente son nuestros países los responsables de las victorias de Luis Arce en Bolivia y Pedro Castillo en Perú.

 

Pudiera sumar muchas más preguntas o ejemplos, pero es de esperar que quienes responden a intereses muy bien definidos desde el Norte, no varíen sus modos de actuar porque bien se sabe que quien paga, manda y lo demás, lo demás es solo más de lo mismo, aunque esté en juego la mentira, la desidia y la sinrazón.

 

 

 

Los lances del pinocho Almagro

José Luis Méndez Méndez (*) / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano Cuba.

 

El asalariado imperial Luis Almagro, ha criticado a quienes protestan en Colombia, por obstruir el libre tránsito, para coincidir con el genocida Iván Duque, quien sostiene que los bloqueos violan “los “derechos humanos” y los “deberes humanos” y relegarle importancia a la sostenida matanza, represión y tortura, que por más de un mes padece el pueblo colombiano, además de las frecuentes ejecuciones extrajudiciales de activistas sociales y líderes campesinos.

 

El pálido comentario del administrador de la OEA, desde mayo de 2015, se limitó a expresar que “condenaba” las torturas y asesinatos en Colombia, sin especificar la asimetría entre los protestantes desarmados y los equipos represivos dotados con todo el poder del Estado y la luz verde del gobierno para reprimir sin límites. Tampoco especificó, quién tortura y quién asesina en las ensangrentadas calles de las ciudades colombianas, ni exigió el cese del terrorismo estatal, que ha cobrado la vida a decenas de personas, además de cientos de heridos.

 

En cambio, el secretario general de la OEA exhortó con énfasis a un cese de los bloqueos de carreteras, llamó a respetar los derechos de quienes no protestan, insistió “en que sean amparados los derechos de quienes no se manifiestan” y acentuó en sus declaraciones que: «El derecho a la protesta no puede ser un pretexto para vulnerar los derechos fundamentales de la población», señaló Almagro. Evidentemente el libre tránsito es su prioridad, que supera la inquietud del funcionario por la vida humana, principal derecho humano, según la declaración universal sobre el tema.

 

Para este impresentable, la defensa de la propiedad privada, el comercio y los intereses de empresarios son prioritarios y así lo sustentó al criticar a quienes “han transformado «la protesta en vandalismo” y “acciones de naturaleza terrorista». Para el “preocupado” la práctica de terror ejecutada por las fuerzas del desorden gubernamental a diario, no expresan el carácter fascista del ejecutivo colombiano.

 

La explicación que se da, de la explosiva situación se le achaca al último factor llegado a la realidad nacional: la Covid-19, pandemia a la cual se le culpa de la dura situación económica derivada de sus efectos, lo cual provocó una contracción del PIB local de 6,8 por ciento en 2020, llevando el desempleo al 16,8 por ciento en marzo y sumiendo a casi la mitad la población en la informalidad y la pobreza, según cifras oficiales.

 

Esta simplificación parcializa el agobio acumulado en la población saturada de engaños de sucesivos gobiernos, que prometieron honrar los acuerdos de paz alcanzados a sangre, sudor y lágrimas de cientos de colombianos involucrados, de todas las partes participantes, que murieron, fueron heridos, y sufrieron los daños y perjuicios durante décadas de conflicto.

 

El desmesurado avance de otros actores como los paramilitares, narcotraficantes y escuadrones de la muerte, se minimiza hasta ignorarse, junto con la sostenida práctica ilegal de intervención gubernamental en los asuntos internos de países vecinos, en particular contra Venezuela.

 

Contrasta esta tolerante actitud con su intoxicada postura, de proponer suspender la participación de Nicaragua en la OEA tras las supuestas detenciones ocurridas en ese país y que él, desde Washington, califica de “arbitrarias”, un ejemplo más de su manía de entrometerse en los asuntos internos de los países, sobre todo aquellos que sus patrones estadounidenses tienen “satanizados”.

 

Llegó a más, con total exageración aseguró que en ese país centroamericano se había producido una “ruptura del orden constitucional” a través de la presumida persecución del régimen del presidente Daniel Ortega contra la oposición de cara a las elecciones presidenciales de noviembre próximo. Clama la aplicación de sanciones contra el asediado país.

 

Se reiteran las preferencias políticas y humanas del asalariado Almagro, es más relevante para él las citadas detenciones, que asesinatos, desapariciones forzadas, acciones terroristas extrajudiciales, falsos positivos y los crimines de odio cometidos con total impunidad en las calles colombianas.

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